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Crecer sin vender el alma

  • Foto del escritor: Miguel angel Paz
    Miguel angel Paz
  • 27 jun
  • 1 Min. de lectura

Hacer empresa, emprender o liderar un proyecto no debería ser sinónimo de desconexión emocional. En un mundo donde los números gritan más que las personas, es urgente volver a poner el alma sobre la mesa. Los negocios que perduran no son los más grandes, sino los más honestos. Los que entienden que detrás de cada venta hay una historia, una necesidad real, un ser humano.

El error está en creer que crecer significa volverse frío. Que escalar exige traicionar valores. Que liderar implica pisar a otros. No. Los negocios que nacen del corazón pueden ser sostenibles, rentables y profundamente humanos. Es cuestión de saber para qué lo haces, a quién sirves y cuánto estás dispuesto a cuidar tu esencia.

Yo creo en empresas con propósito. En marcas que inspiran y que se atreven a hablar de vulnerabilidad, de servicio, de comunidad. Creo en líderes que lloran con sus equipos y que aún así los impulsan a crecer. Porque un negocio sin alma es solo otra máquina. Pero un negocio con alma puede cambiar el mundo.

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